Reseña Historica del Colegio de Ingenieros
 

El Colegio de Ingenieros de Venezuela tiene una tradición gloriosa que remonta a los años de la independencia y cuyo más alto representante es Antonio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho, y el Cuerpo de ingenieros militares que con él abrazaron la causa republicana. Después vendrá a sumarse otra de las grandes glorias venezolanas en el campo de la ciencia y de la matemática, Juan Manuel Cajigal, fundador de la célebre academia de la que egresaron los primeros ingenieros formados en la república: nombres tan eximios como los de Rafael María Bargalt, orgullo de las letras de América; Manuel María Urbaneja, Olegario Meneses, Juan José Aguerrevere, integran la primera promoción de jóvenes puestos al amparo del sabio Cajigal. Seguirán otras promociones sobre cuyo hombros reposará la ingente tarea de construir físicamente una nación bajo las peores condiciones de una Venezuela destrozada por la guerra y sumida en la miseria. Cuando se instaló el Colegio de Ingenieros, el 28 de octubre de 1861, en virtud del decreto del 24 de octubre de 1860, estaban presentes 22 ingenieros de los 61 que inicialmente habrían de integrarlo, pues eran muy pocos aún los hombres consagrados a esta profeción, que en el curso de nuestra historia se han identificado con todas las tareasdel desarrollo de Venezuela.

  Desde entonces es largo el camino andado, que culmina con más de 86.000 ingenieros, arquitectos y profesionales afines que hoy integran el CIV.

El Colegio surgió como un organismo puramente científico dependiente del Estado y al servicio de éste como órgano de consulta, adscrito al ministerio de Guerra y Marina, puesto al ejercicio de la ingeniería constituyó siempre una actividad de carácter militar, hasta el año de 1881 en que fue adscritoal Ministerio de Educación pasando así a integrarse a las organizaciones civiles. Desde su fundación intervino como asesor en la enseñanza de las matemáticas y de otras materias componentes de la carrera y, así mismo, con ese caracter asesor, en la construcción de las obras nacionales, sobre todo en los sucesivos períodos presidenciales de Guzmán Blanco y de los seguidores de su partido, durante la más activa etapa en el ramo de la administración pública en el siglo XIX. De ese tiempo quedan como nombres de gran brillo, los de Tébar, fundador del Ministerio de Obras Publicas, Juan Hurtado Manrrique y Luciano Urdaneta, los arquitectos de mayor renombre del guzmancismo, muchas de cuyas obras aún perduran ; Vicente Marcano el gran químico venezolano del pasado siglo; los hermanos Nevett, Roberto Garcías, Alfredo Jahn y Adolfo Ernst, de origen alemán, quién rindió en Venezuela toda su obra de científico naturalista.

 
 En 1922, despues de un período de relativa calma, el CIV fue reactivado bajo la iniciativa de Germán Jiménez, ingeniero de la era de los ferrocarriles en Venezuela, y el ingeniero Vicente Lecuna, quién más tarde habria de convertirse en el más incigne historiador de la vida y obra de Bolívar. En esa fecha discute y finalmente aprueva el primer proyecto de Ley de Ejercicio de la Ingeniería, estatuto en el que establece la facultac del CIV para formular los aranceles de honorarios profecionales y velar por los más altos intereses generales del gremio, que lo convierten en fiel celador de la ética profecional. A partir de ese momento se inicia una etapa de crecimiento del CIV y su importancia se consolida sin desmayo en resguardo del crédito profesional y de la aplicación rigurosa de las mejoras técnicas en las obras públicas y privadas, y a él se debe en gran medida la introducción de las modernas ciencias y de los más avanzados procedimientos que han dado como fruto la grandiosa Venezuela de nuestros días con sus audaces autopistas y viaductos, las gigantescas obras hidráulicas, las empinadas edificaciones y los grandes complejos industriales en proceso y en formación.

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